PRESENTACIÓN:

Me llamo José Fco. Cervera. Soy logopeda y me gusta mi profesión. La he disfrutado y lo sigo haciendo. Quiero dejar escritos algunos de los recuerdos de estos años y las anécdotas y experiencias que me cuentan otros colegas sobre nuestra profesión: la logopedia.

Puedes localizarme en la Clínica Universitaria de la Universidad Católica de Valencia, en la calle Guillém de Castro 46; 46001 Valencia. 963920624 ó 963637412, ext. 71100. Allí, junto a mis compañeros, atiendo a pacientes con trastornos del lenguaje, el habla y la voz.

La mejor forma de ponerte en contacto conmigo: josefran.cervera@ucv.es

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UN PACIENTE CON E.L.A.

Hace unos años atendí a un paciente de unos 45 años con diagnóstico de "disfonía funcional". La compañia aseguradora le pagaba la rehabilitación y la programamos para dos meses.

El primer día noté algo raro. El segundo día de trabajo me sorprendió que nasalizara la voz en algunos ejercicios. Comprobé la movilidad del velo y, aparentemente, era normal para la fonación, la respiración y el reflejo de náusea. Sin embargo la nasalidad estaba ahí.

El tercer día me dí cuenta que aumentaba hacia el final del periodo en las emisiones largas. Le pedí que mantuviese una vocal en un tono neutro e intensidad considerable. Apoyé el extremo de un tubo de goma en su fosa nasal y el otro extremo lo introduje en mi oído. ¡Es sorprendente lo eficaz que resulta como método de observación del escape de aire! Ahí estaba: el paciente no podía mantener la contracción del velo más de seis segundos.

Revisé la anamnesis. El diagnóstico OTL había sido realizado en base a la sintomatología de fatiga vocal y la ausencia de lesión en repliegues vocales. Le expliqué que la nasalidad era un signo que no debiera estar en su cuadro de "disfonía funcional" y que requería una revisión del diagnóstico. Prácticamente no me hizo caso.

El cuarto día volví a comprobarlo todo. No había duda. Estabamos ante un signo neurológico grave. Le expliqué el comportamiento del velo del paladar y que una anormalidad de la función muscular es no poder mantener la contracción el tiempo que queremos. Lo entendió. Me preguntó si tenía algo que ver con lo que había observado últimamnete: no podía mantener la fuerza al sujetar en el aire un objeto relativamente pesado unos segundos...

Le urgí para que fuera al neurólogo ese mismo día. En el plazo de una semana tenía el diagnóstico certero de Esclerosis Lateral Amiotrófica. Tras el periodo de shock, el paciente adoptó una actitud positiva y comenzó su periodo de adaptación a la enfermedad.

Fue una experiencia humanamente dura pero profesionalmente muy enriquecedora. Aprendí a valorar todos los detalles con sumo cuidado. No creo que hubiese un error en el primer diagnóstico. Pero los ejercicios nos dieron una posibilidad temprana de observar unos signos que también pasaban desapercibidos en otras modalidades de fonación.