PRESENTACIÓN:

Me llamo José Fco. Cervera. Soy logopeda y me gusta mi profesión. La he disfrutado y lo sigo haciendo. Quiero dejar escritos algunos de los recuerdos de estos años y las anécdotas y experiencias que me cuentan otros colegas sobre nuestra profesión: la logopedia.

Puedes localizarme en la Clínica Universitaria de la Universidad Católica de Valencia, en la calle Guillém de Castro 46; 46001 Valencia. 963920624 ó 963637412, ext. 71100. Allí, junto a mis compañeros, atiendo a pacientes con trastornos del lenguaje, el habla y la voz.

La mejor forma de ponerte en contacto conmigo: josefran.cervera@ucv.es

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UNA EXPERIENCIA DE SALVA JIMÉNEZ

Queridos compañeros: quizá cuando estas líneas vean la luz haya pasado un tiempo. La verdad es que fueron escritas en un momento de gran emoción y pesar por la pérdida de alguien querido.
Puede que alguno piense que están fuera de lugar -tal vez alguien haya vivido un hecho parecido y lo entenderá- pero el motivo principal de compartir esta experiencia con vosotros es que quizá pueda servir de ayuda a quien en un futuro pudiera verse en una situación parecida. Afortunadamente, “muerte” no es una palabra que habitualmente esté asociada a nuestro trabajo, aunque algunos de nuestros pacientes la han sentido rondar muy cerca de sí. Cuando finalmente ésta llega y si se trata de una persona célebre, se le dedican grandes homenajes póstumos, pero esto no ocurre con grandes personas anónimas que han dado lo mejor de sí mismas a los demás. Sirvan estas líneas para rendir homenaje a todos ellos.

“Hace pocos días se ha ido Santi, pero desgraciadamente se ha ido para siempre.
A pesar de ser una persona anónima, para los que le conocimos representaba un símbolo de lucha y superación.
Alcohólico desde joven y pese a perder por ello el trato con su familia, supo vencer su adicción y, desde Alcohólicos Anónimos, ayudar a otros a vencerla. Con el tiempo, consiguió también ganarse el cariño de su familia y rehacer su vida. Una vida que a veces es injusta, pues después de tanto esfuerzo, un tumor laríngeo se cebó con él. Se lo detectaron muy tarde y le hizo pasar largo tiempo ingresado en el hospital: además de la laringectomía precisó una reconstrucción de la zona paratraqueal.
Durante su dilatada estancia en el hospital, supo ganarse el cariño y la amistad del personal de planta y de otros muchos operados de laringe que coincidieron con él.
Yo sólo pude devolverle la voz, pero no alargarle la vida.
Pese a estos momentos de tristeza por su muerte, tengo también el grato recuerdo de todo lo que aprendí de él, de su sonrisa siempre en la boca y de su apoyo a sus compañeros en las sesiones de rehabilitación, a pesar a los dolores que muchas veces tenía.
En la facultad se aprende a rehabilitar pacientes, pero no a sobrellevar su pérdida; es algo que te va enseñando la experiencia, una dura experiencia en estos casos y más si se tiene la calidad humana que tenía Santi.
Cuando era alumno nos decían que no debíamos encariñarnos con los pacientes, pero a lo largo de los años descubres que eso no siempre es posible, que cada uno es un mundo y pese a que ellos vienen a ti para que les ayudes a recuperar lo que dramáticamente han perdido, es maravilloso descubrir todo lo que ellos te pueden enseñar, por pequeño que sea y por humilde que sea la persona.

Santi, allí donde estés: "GRACIAS”

Salvador Jiménez.
Hospital Gregorio Marañón, Madrid.