PRESENTACIÓN:

Me llamo José Fco. Cervera. Soy logopeda y me gusta mi profesión. La he disfrutado y lo sigo haciendo. Quiero dejar escritos algunos de los recuerdos de estos años y las anécdotas y experiencias que me cuentan otros colegas sobre nuestra profesión: la logopedia.

Puedes localizarme en la Clínica Universitaria de la Universidad Católica de Valencia, en la calle Guillém de Castro 46; 46001 Valencia. 963920624 ó 963637412, ext. 71100. Allí, junto a mis compañeros, atiendo a pacientes con trastornos del lenguaje, el habla y la voz.

La mejor forma de ponerte en contacto conmigo: josefran.cervera@ucv.es

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PERDER EL LENGUAJE

Enrique cayó al suelo inconsciente cuando iba a comer en una calurosa mañana de Junio. Tenía entonces 58 años y una vida de ingeniero de ferrocarriles a sus espaldas. Estuvo tendido unos pocos eternos minutos. Cuando despertó, la gente pensó que se trataba de un borracho. Hablaba de una forma rara y pastosa. No era posible comprender nada de lo que decía, aunque no dejaba de hablar de forma bastante expresiva. Pronunciaba cadenas de sonidos de nuestro idioma, pero de una forma anárquica. De vez en cuando se le adivinaba alguna palabra. Los policías que lo recogieron comprobaron que él tampoco les entendía a ellos. En el hospital se diagnosticó el infarto cerebral y la afasia mixta (comprensiva y expresiva) que el paciente sufría en su lenguaje.

Amparo seguía queriendo vivir sola pese al delicado estado de salud a sus 75 años. Una noche se despertó y notó algo raro en la parte derecha de su cuerpo. Pudo marcar el número de su hijo, pero cuando lo oyó al otro lado de la línea, fue incapaz de articular ningún sonido. Unos minutos más tarde, el hijo, todavía en pijama, la ingresaba en urgencias: infarto cerebral, hemiplejia afectando a ambas extremidades izquierdas y una afasia motora que le impedía hablar, aunque comprendía perfectamente.

Manuel se ha dedicado al campo desde niño en su Gandia natal hasta los 80 años. Un accidente cerebro-vascular le afectó la movilidad y el habla. Su comprensión era limitada: curiosamente le costaba más entender una palabra aislada que un largo párrafo, en el que su hija le daba explicación sobre las cuentas del banco. Tampoco era capaz de decir nada, a excepción de la Salve, que la decía de corrido, y una expresión que repetía continuamente de forma muy vehemente: “Mare de Déu”. Un oyente cualquiera solo escuchaba a una persona mayor diciendo ininterrumpidamente “Mare de Déu, Mare de Déu, ¡Mare de Déu!. Entonaba con una expresión tan acertada, que la familia sabía si Manuel afirmaba, consentía, estaba enfadado o expresaba sus dudas. La otra característica curiosa del lenguaje de Manuel era su capacidad para repetir la palabra -o la última parte de la frase- que acababa de oír. Podía repetirla a voluntad durante mucho tiempo, pero, si dejaba de hacerlo, era incapaz de volver a decirla tres segundos después.

Los tres pacientes descritos sufrían las secuelas de accidentes cerebro-vasculares que afectan las zonas del cerebro que intervienen en las facultades del lenguaje. Se denomina “afasia” a la pérdida de la facultad para hablar y comprender, en personas adultas o en niños que hubieren completado su proceso de adquisición de la lengua materna. Las principales causas de afasia son: los accidentes cerebro-vasculares, los traumatismos craneoencefálicos derivados de accidentes de tráfico y los tumores cerebrales. También pueden producirla las enfermedades infecciosas, la epilepsia y un largo etc.

La afasia no tiene por qué interferir en otras capacidades mentales. Enrique no recuperó casi ninguna de sus facultades para expresarse y comprender, pero era capaz de viajar por España con su coche o de dibujar una válvula de lavadora de frente, alzado y perfil, para conseguir que el dependiente entendiera su propósito. Amparo recuperó el habla; aunque se quejaba de la falta de rapidez imprescindible para “meter baza” en la tertulia de amigas. El caso de Manuel fue más triste. La lesión cerebral era mucho mayor: nunca volvió a andar y a los pocos meses entró en un cuadro de demencia.
Las variables que afectan definitivamente las posibilidades de recuperación total o parcial son: el tamaño de la lesión, su localización, la causa que la origina y la edad. Otros factores como la zurdería, el sexo, el tipo de rehabilitación recibido, o los años de escolarización, también influyen en el nivel de recuperación.

Los pacientes afásicos se dividen en dos grandes tipos: fluentes y no-fluentes. Los que denominamos “no-fluentes” no hablan o lo hacen de una manera muy limitada y prácticamente no tienen problemas para entender el lenguaje. Su lesión se localiza en el lóbulo frontal, por delante de la cisura de Rolando. Los pacientes que llamamos “fluentes” hablan continuamente y sin poder evitarlo, aunque de una forma caótica e incomprensible denominada “jergafasia”. También tienen grandes dificultades para entender a los demás. Su lesión se encuentra en el lóbulo temporal, siempre por detrás de la cisura de Rolando.
Las lesiones que se distribuyen a lo largo de todo el territorio de la corteza cerebral irrigado por la arteria silviana –que incluye zonas del lóbulo frontal y temporal- producen la afasia más severa, la afasia global, que afecta de forma importante la comprensión y la expresión, incapacitando totalmente al paciente para la comunicación.

Enrique padecía una afasia de Wernicke, caracterizada por la falta de comprensión y un habla fluente con entonación natural, pero combinando de forma caótica y arbitraria los fonemas para organizar palabras. Amparo padeció una afasia de Broca. Su lesión se limitaba a una pequeña porción de corteza en la base de la tercera circunvolución del lóbulo frontal. En un principio, le originó mutismo e incapacidad para articular cualquier sonido. Gracias a la plasticidad cerebral y a sus esfuerzos en la rehabilitación, consiguió recuperar casi totalmente la pronunciación –con las secuelas de lentitud y monotonía en su prosodia. Manuel padeció una afasia mixta transcortical que afecta la comprensión y la expresión, dejando casi indemne la facultad para repetir de forma inmediata lo que se escucha. Muchos pacientes con esta afasia no consiguen que esta extraña facultad residual les ayude de una forma eficaz para comunicarse.

La rehabilitación de los pacientes afásicos debe afrontarse de la forma más temprana posible y puede implicar el uso de ayudas técnicas y sistemas alternativos de comunicación.

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